Tras el "silencio coordinado" de los banqueros centrales en Jackson Hole, la última semana de agosto ha discurrido dentro de la misma tónica de movimientos suaves que ha dominado todo el mes, salvo unas breves horas de la sesión del martes, en las que el lanzamiento por Corea del Norte de un misil que sobrevoló Japón para terminar cayendo en el Pacífico provocó caídas de cierta consideración en las Bolsas europeas.
Esa inquietud pasajera, que tampoco tuvo mucho impacto en los índices americanos (de hecho el Nasdaq subió el martes y el S&P terminó plano) fue totalmente superada al publicarse el miércoles la segunda lectura del PIB americano del segundo trimestre, revisando su crecimiento al 3% frente al 2,7% que esperaba el consenso de los analistas. Los inversores cambiaron el foco, a partir de ese momento, para fijarse en la fortaleza de la economía norteamericana y para resucitar, de alguna forma, la idea de la reflación, que se instaló en los mercados tras la victoria de Trump, y que parecía ya estar casi enterrada.
El informe de empleo americano del viernes, con menos creación de empleo en agosto que la esperada, supuso un ligero contratiempo en ese entusiasmo, pero al final la lectura, como dijo Gary Cohn, principal asesor económico de Trump y candidato con más posibilidades de ser el futuro presidente de la Fed, una economía que crece al 3% con una tasa de desempleo del 4,4% no está nada mal y todos la habrían firmado hace unos meses cuando Trump inició su mandato. Más aun cuando el ISM de manufacturas de agosto, publicado también el viernes tras el informe de empleo, muestra una gran fortaleza, al subir hasta 58,8 puntos frente a los 56,5 esperados.
Asimismo el viernes se conocieron los PMIs preliminares de manufacturas del mes de agosto en la zona euro y la lectura no puede ser más positiva, sobre todo teniendo en cuenta que la fortaleza del euro debería haber pasado factura a la industria europea. El PMI de la zona euro en agosto dio uno de los mejores datos desde el 2011, al subir al 57,4 desde el 56,6 de julio, y lo mejor de todo es que incluso Italia y Grecia, habituales rezagados dentro del grupo, han dado esta vez muy buenas cifras.
Revive así el sueño de la reflación global, que tanto impulso dio a las Bolsas en el primer trimestre del año, y sin duda esa es la causa de que las Bolsas hayan tenido una buena semana tras un mes de agosto en el que hemos visto un S&P plano y un Eurostoxx cayendo el 0,8% . Esta última semana el S&P ha subido un 1,3%, el Dow un 0,8% y el Nasdaq un 2,7% en la que ha sido la mejor semana del año para la Bolsa tecnológica, con Apple en máximos históricos de todos los tiempos y con fuertes subidas en otras tecnológicas.
En las Bolsas europeas, la fortaleza del euro ha impedido mayores subidas y el impacto de esa fortaleza en el Dax alemán, que ha bajado el 0,2% en la semana, ha pasado factura al Eurostoxx, que solo ha logrado una modesta subida semanal del 0,2%. También ha jugado en contra del selectivo europeo la debilidad del sector bancario, con casi todos los Bancos sufriendo caídas en la semana, al entender los inversores, con razón, que la fortaleza del euro va a retrasar inevitablemente la subida de tipos en la zona, lo cual son malas noticias para los Bancos.
En resumen, tras un agosto anodino, cuyas únicas señales de vida han llegado de Corea del Norte o del enrarecido mundo político de Washington, los inversores parecen volver a plantearse una reactivación global, con los tres motores, Estados Unidos , Europa y China, alimentando el crecimiento, lo cual facilita a los Bancos Centrales su objetivo de retornar los tipos de interés a un nivel "normal" (whatever it means) y de ir retirando liquidez del sistema. La idea de una normalización "beautiful" , usando la expresión de Ray Dalio, parece de nuevo posible o al menos así parecen creerlo los inversores.
Con este escenario de fondo, y con los tipos de los bonos muy tranquilos, incluso tras el dato de empleo americano del segundo trimestre (T bond en el 2,17% y bund en el 0,37%) llegan las reuniones de los Bancos Centrales. El BCE inicia el ciclo con su reunión del próximo jueves, le sigue el Banco de Inglaterra el 14, luego la Fed el 19 y 20 de septiembre, con conferencia de prensa incluida, y para terminar el Banco de Japón el jueves 21.
Los Bancos Centrales siguen, a nuestro juicio, teniendo la llave de lo que vaya a pasar en las Bolsas los próximos meses. Los mercados financieros actuales están muy intervenidos y van a seguir estándolo, mientras haya capacidad para ello, y de momento la hay.
En ese delicado juego, las divisas son ahora el tema esencial y el objetivo debería ser que se muevan en una banda estrecha, una banda que en el caso del euro está entre la paridad y 1,20 dólares por euro.
En cuanto a las Bolsas, la impresión tras Jackson Hole, a la vista de las declaraciones de Stanley Fisher, vicepresidente de la Fed y voz de mucho peso entre sus colegas, que afirmaba no entender del todo el rally bursátil y sentirse incómodo con dicho rally, es que el deseo es más bien estabilizarlas que hacerlas subir, eso sí, cuidando muy mucho que no entren en fases de turbulencias.
Ese es el guion, en línea con la filosofía del "todo va bien", y, como se ha confirmado esta última semana, de momento hay suficientes recursos para ejecutarlo sin sorpresas.
No esperaríamos, por tanto, grandes novedades en el inicio del curso, sino más bien una continuidad en la banda lateral con ligera tendencia bajista,como en agosto.